viernes, 6 de marzo de 2015

Un caldo relax en el Spa de Botero



Pedro Botero, cocinero.



No se me enamore usted ahora, señora.
Espere al menos la demora de una hora
que tengo alma, pecho, corazón y lecho
ocupado en derecho por divina concubina.

Espérese hasta el día en que se muera,
no ella sino la pasión que me domina
y  no me deja degustar de otra cocina
por más estrellas michelines que tuviera.

... ... ...


I


Ese día, si llegara 
(Dios no lo permita ni lo quiera)
hablaríamos cara a cara del gobierno, 
de lo bueno y de lo malo o de lo eterno, 

lo que usted más apreciara y prefiriera;

bajaríamos juntos de cabeza hasta el infierno 
a disfrutar de un caldo baño en la puchera 
cuyo fogón del Spa alimenta un fogonero 

con destreza, mano firme con esmero

conocido por todos, dentro y fuera,
como el gran Pedro Botero, cocinero,
el mejor Master Chef de La Caldera.

... ... ... 



II 



Ese día, si llegara...
(Dios no medie ni quiera ni permita 
que acontezca tal suceso en la marmita; 

mas si a causa del azar o del amor, 
tal acontecimiento inesperado sucediere, 
que el sumo hacedor se abstenga, por favor, y se modere 
y en asunto mundano tan liviano no intervenga, 
que yo sabré tratar este quehacer a mi manera 
como sé que es menester y se merece;


y sabrán tanto mi instinto tan humano y tan divino
como mi alma inmortal santa que espera 
en los prados mas allá de la frontera
los abrazos regalados prometidos
de cien mil huríes vírgenes 
colmando los sentidos, 


resistir a tal tortura y tal tormento 
y halagar mi paladar con manjar tan suculento 
que en profusa bandeja de metálica argentina 
en imprevista buena hora se me ofrece; 


y apurar todo el ungüento 
de este exquisito plato de primera, 
 con mi pan de rebañar, mi tenedor y mi cuchara de madera
 con el ansia y la avidez del hombre hambriento, 
como experto que soy en el untar 
refinado catador del amar 
y la tartera.)




Ese día si llegara...

(de impedirlo dios se olvide 
y se inhiba en sus funciones quien decide 
los comienzos y finales de mortales 
individuos y naciones)

agarrados de la mano en buen concilio, 
 como Dante lo hiciera con Virgilio, 
en su Comedia tan Divina y tan humana, 

según él mismo nos contara en confidencia 
una mañana en exclusiva muy temprana, 
sin desdoro, con descaro y sin vergüenza

provocando en las mejillas el rubor del color 
de la piel en su esplendor de una manzana
 el mordisco feroz voraz en la conciencia;

 e inclinados de rodillas en humilde penitencia,
echaríamos a la hoguera para arder con las ofrendas
en el ara sagrada de la pira del altar de la basura

la codicia sin mesura de tambores de la fama  
que enajenan sin compensa al alma vana;
 la ambición desmesurada con usura 

de medallas, de ovaciones y de honores, 
de coronas de laureles triunfadores, 
de guirnaldas, serpentinas 
oropeles de colores...



... ... 



III

Y olvidados de buen grado un costado del sendero, 
sin lamento ni perdón, tras tu huella y mi pisada, 
 en la orilla desbrozada por machete y azadón 
de maleza atravesada, 

los aplausos y los vítores orlados 
con estrellas de neón 
y fugaces bengalas de artificio 
de los necios e importunos zalameros, 

mendicantes de ocasión y vocación y por oficio 
 de favores y encomiendas, de homenajes y prebendas,  
de ascensiones por la escala sin descenso 
hacia la cima del prestigio, 

generosos en halagos aportados al negocio 
como pago inestimado del servicio, 
pordioseros, lastimosos, 
lastimeros...


(No alberga duda y no cabe;
como dijo el fabulista y bien se sabe 
del uno al otro confín en este mundo traidor  
y lo confirma el rumor:

"Si el sabio no aprueba, malo; 
si el necio aplaude, peor." )


... ... ...


IV

Y del pan las migajas de un festín 
con que festeja en las alturas el dios sumo, trino y uno 
en opíparo banquete con su corte celestial, 

con su coro con su clero, 
con su clan de ensortijados querubines 
de alas bellas nacaradas de pureza inmaculada virginal

que le entonan en armónica sonata
con divina devoción, 
un "¡Oh Sana!" angelical 

entre palmas y entre salmos y alabanzas de panal, 
con sus voces atipladas de almidón, 
de algodón y mazapán.

... ... ...


V

Añadida a las ofrendas
para arder en el altar 
encabece el desfile la soberbia; a su zaga la avaricia, 
la pereza, la desidia la desgana; 

la lujuria encendida, castidad 
mal contenida en olor de santidad;
el lujo y la vanidad que empobrece y debilita 

y el orgullo de una estirpe que en escudo de nobleza 
enmascara nimiedades disfrazadas de grandeza.

... ... ...





VI

Y completando el desfile tan galante y tan marcial
negaremos el acuse de recibo a la postal 
que nos manda, con membrete del cuartel sin remite, 
ecomandante general 
y, por mandatoel oficial que le obedece.


Rechacemos sin temor 
el honor el favor especial y el privilegio 
que en bandeja de plata nos ofrece 
el tramposo jugador, vendedor 

de burbujas de color cascabeles

poderoso caballero, sedicioso, traicionero, 
malandrín y pendenciero,
 que maneja a su favor 

con soltura y hábil maña 

las figuras de azabache y de albino pedernal 
en el campo de batalla 
negro y blanco del tablero, 

decidiendo en su propio beneficio, 

con su afán con su oficio 
de croupier habilidoso
el destino final del peón y del alfil, 

el fatal de las dos torres mellizas de marfil, 

malheridas por el rayo vengativo y justiciero; 
el del bufón burlón y el del triste caballero,
derrotado y sin montura tras su duro batallar;

el de la reina soberana y el de la dama cortesana, 
el del as, el de la sota y el del cura con sotana, 
vejestorio carcamal que rozando ya el umbral 
del purgatorio redentor, 
cubre su tonsura rasurada con bonete, 



 el del hereje que esgrime con razones, 

argucias y objeciones y reniega de tu dios, 
el que te guarda, y que al papa ultraja, 
increpacritica y no obedece;


bajo el peso de una cruz que no le pertenece 
y que carga muy a su pesar sobre sus hombros.
(bien sabe Dios que era prestada)

el del reo de la horca o de la hoguera, 

acusado de ladrón o de cabra de aquelarre 
por la envidia cochina y la avaricia convecina;
el del juez que juzga, condena y no perdona, 


el del abogado de la toga 
que se alquila y que se vende 
 sin reparo al postor que más ofrece 
y que mejor le paga; 


... ... ...


VII


el del bravo general 

con su porte viril y tan marcial, 
con su facha de león, temible fiera, 
su casaca de latón condecorada, 

su sable invicto de acero invulnerable 

forjado en las aguas del Tajo y con su tajo 
certero entrenado en la defensa del honor 
y de las leyes de poderes inviolables; 

el del noble hidalgo con casa señorial 

de piedra austera y fachada blasonada; 
el de un rey blanco pasmado, 
sin cetro y aturdido 

por el jaque mate 

de una reina negra mora, 
otrora, en buena hora, enamorada, 
pero no ahora...
inmutable, 
impasible e intocable...


... ... ...






VIII



(La lujuria es gran virtud que se merece 
 apartado especial en esta historia;
quedará para el capítulo final,
 para el epílogo,




oculta como el as en el forro virtual de la memoria,
entre las arrugas del sofá y los pliegues de la manga,
retornará triunfal si es necesario hasta el tapete.)

... ... ... 


VIII

Olvidadas para siempre nuestras cuitas mundanales,
perdonadas las ofensas de pecados capitales 
y las deudas a deudores pecadores...



y lanzadas a un costado del camino,
al canal de agua pluvial de la cuneta,
 junto al pico y la pala y la piqueta 
y a la bota y al odre de bon vino,

 el zurrón con el pan duro y la chaqueta 
del sufrido y abnegado caminero 
que desbroza con pericia 
de zarzas y de matas el sendero, 

arrancando con su mano encallecida
 los guijarros encallados como pecios 
en el barro, en los que tu pie descalzo
 y sin sandalia se hace herida 
y se tropieza,


IX

y empujados por por los hados del destino 
hacia el fondo del abismo 
donde moran en sus pecios los barcos naufragados
desbordados por tesoros olvidados 



escondidos, 
trastocados nuestros sinos 
por jugada de unos dados amañados 
de un  tramposo croupier y sobornado,



 convertidos en amantes pasionales,
 de las simas profundas abisales,
a pesar de los pesares, prohibidos...


hurgaríamos la herida descarnada 
de los vientres de los bajeles hundidos;
... ...
 ...




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y la codicia  de la fama,
invitado principal
al carnaval de las esferas,
o turista accidental


 junto a la alforja repleta


y a una gastada  de pana
 que un caminero olvidara
tras de su dura jornada


que tras trabajar descansa
de apartar



que les doma, les domina y les maltrata
como a esclavos condenados
a remeros de galera;



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allá donde brotan y hierven en burbujas los misterios
escondidos a los ojos velados de los sabios
 y de los filósofos présbitas y miopes
 donde en humo se disipan los agravios.

y se esfuman en volutas imprecisas 
los aplausos y los cantos de sirenas
mientras suenan con sordina 
las trompetas imperiales de la fama.
... ... ...

Con permiso del celoso cancerbero
vigilante de las puertas sin candado 
que defiende los accesos del intruso 
al cotillón sin haber sido invitado 


clavaríamos nuestra pica y la bandera 
tomando posesión en las terrazas de todas las esferas 
 y en el umbral incluso de la puerta ya en desuso
de la novena esfera terminal del vicio sin quicio 
sin franquicia, desgastada por el uso y el abuso
del extraño y abundante turismo cultural 
de alma inmortal



... ... ...

No deje que se apodere de su afán
y haga nido en su corazón la prisa;
ordénele a su pasión que se modere
y, si ella, insumisa, se rebelara y no pudiere
entréguese con devoción a la oración en un convento,
que yo acudiré allí tan pronto como pueda
robáandole a la rueda de la noria su momento
para dar consolación a su tristeza y su aflicción 
y trastocarla en risa. en euforia y en contento.



Y no solo alegría para el alma
le llevaría este humilde mensajero,
ángel de la guarda y curandero;

cura de amor también para su cuerpo hambriento
traería un poco de pan y de alimento,
que de hombres santos es dar al altar lo que no tiene,
tanto más si esto es lo que a uno le conviene,
como es el caso que ahora nos ocupa y entretiene.



Permítame, señora, que acabe en un arpegio,
con esta sincera desbocada herejía irreverente   
tornada dulcemente por obra de arte de puro sortilegio 
en un sacrosanto y candoroso sacrilegio.

... ... ...



miércoles, 28 de enero de 2015

Soy Jonás...



No sé si soy tímido o cobarde. 
De cualquier modo el resultado es el mismo. 

Si algo tengo que decir 
mi grito no llega más allá de las barbas de mi ballena. 
La temperatura en su interior es agradable. 
El temporal, si es que existe, aquí no se hace notar. 

Y lo que pienso o lo que grito en voz baja 
quedará escrito únicamente en servilletas de papel 
que guardaré celosamente en el interior de frascos de cristal 
hasta que el arponero con su arpón certero me libere. 

Entonces será la hora del descorche de las viejas botellas 
y de la liberación de sus esencias. 
No tengas prisa, arponero, que aquí, en mi estancia oscura, se está bien… 
que mi refugio es un rincón acogedor y cálido. 

Soy Jonás.