viernes, 21 de septiembre de 2018

Apocalipsis






El final de los tiempos:


Cuándo toque la campana
que ponga el punto y aparte
al último round del combate
y selle el beso nupcial
entre el omega final
y el alfa inicial primero

y resuenen las trompetas
que anuncian fin de los tiempos
pasado, actual y futuro,
ya no habrá más futuro perfecto
anhelado por demás

ni pretérito imperfecto
ni tiempo pluscuamperfecto
ni perfecto que por pasado
se estimara y se creyera
que cualquiera fuera mejor,

por más que el cantor cantara
en coplas de arte mayor
y las versara y dijera
en estrofas con cojera,
tras la muerte de su autor,
el que lo fue de sus días.

¡Qué manía la que había
aquel señor,
impropia de su hidalguía!

(La de quebrar la pisada
del terceto
como muestra de dolor)




Ya no habrá más condicional
tiempo simple ni compuesto
ni imperativo legal:

"¡Hágase la luz!"

Ya no habrá más falso testimonio
ni erróneo ni verdadero
del último testigo ocasional:

"Y la luz se hizo"

Ya no habrá más
futuro deslumbrante
cargado de incertidumbre
desde ahora en adelante
ni pasado vergonzante.

¡Adiós, tinieblas! ¡Adiós!

Tan solo un fugaz presente
se adivina en lontananza...
tan solo una bella danza...
tan solo un canto silente...
tan solo una brisa cálida...
y la danza de tu vientre,
transmutando en mariposa,
hermosa como un diamante,
la que ayer fuera crisálida.





Y para acabar el canto
y dar epilogo al cuento
que, si Dios no lo remedia,
agotará tu paciencia
ante tu atención patente,
tan solo un canto rodado
rodando por la pendiente
para darte en este instante
con este canto en los dientes.

Con esto tienes bastante.
¡Hasta la próxima entrada!
¡Que el último que salga cierre!



De la mano relevante
de un presidente saliente
tomaremos el relevo.

Cual fauno en su laberinto,
me voy en busca del exit
hacia un callejón sin salida;
no sé cómo despedirme.

No sé como despedirte
sin que parezca un despido
por los servicios prestados
y por tu santa virtud,
por el hecho de escucharme
tal como lo has hecho tú.



Tal vez lo haga sin decir adiós,
serena la mirada, firme la voz,
o cantando una milonga
a la manera pampeana
ciertas cosas de la vida,
como estas que hoy escuchaste
y que con suerte aprendiste.

O tal vez con una jota
de las que canta mi tierra,
de la ribera a la sierra,
con voz modulada y fuerte:


¡Allá va la despedidaaaa...!