sábado, 18 de mayo de 2013

Furtivo y sin licencia



Soy cazador sin licencia
de los campos de las letras y las ciencias
sin nadie que me otorgara
el título de escritor ni a escribir me autorizara.



Mi padre fue capitán de la goleta pirata
que tan alegre cantaba con la mirada perdida
en los cielos y los mares de Estambul
y mi padrino un corsario filibustero,
embustero y malandrín,
que, sin temor, navegaba bajo la luz de la luna
en su altivo y arrogante velero bergantín.


Me crié como grumete
de las airadas pasiones,
arrebatando pendones
de los mástiles mayores
merced a mis malas artes,
y humillé los estandartes
de las rendidas naciones,
inclinadas a mis pies.
Amordacé las conciencias,
sometí las voluntades
y aprehendí los corazones.


Destruí la inteligencia de las ciencias
y las artes sin dar válidas razones.
Enarbolé la locura de mi lengua viperina
con la fuerza dominante de mi lógica traidora.
Argumenté con la espada triunfadora
de argucias, trampas y mañas
y me enredé en la maraña
de los falsos silogismos,
engañándome a mí mismo.
(Pretende engañar a otros
y solo a sí mismo engaña.)


Más en vano todo fue:
Sucumbí a mi propia trampa,
Me envenenó mi mentira.
Fueron mi soberbia e ira
las que urdieron mi desgracia.


Perdido en los laberintos
de mi memoria pasada
busqué la dicha olvidada
y como no la encontré
pedí la ayuda del cielo.
Receles con tanto anhelo
a los dioses del Parnaso
que pude tornar el paso
y redimir mi desvelo.


Hoy convaleciente voy,
poco a poco me repongo
y cuantas horas dispongo
en el tiempo en el que estoy
a meditar las dedico
y a pensar en lo que soy.


De entre los muchos quehaceres
en lo que ahora me ocupo,
si son nuevos los pospongo,
si antiguos son no los hago
y hábilmente me disculpo
que mayores menesteres
son los que hoy a relatar me pongo.